Con la llegada de la primavera, los días se alargan, suben las temperaturas y todo parece volver a la vida… menos tú. ¿Te ha pasado alguna vez que en lugar de sentirte más activo y con ganas de hacer cosas, te invade un cansancio inexplicable, tienes sueño a todas horas y te cuesta mantener tu rutina de entrenamiento? Si la respuesta es sí, es posible que estés experimentando lo que se conoce como astenia primaveral.
Aunque no se trata de una enfermedad reconocida oficialmente como tal, la astenia primaveral es un fenómeno real que muchas personas dicen sufrir durante los cambios estacionales, sobre todo al inicio de la primavera. Hoy vamos a explicar de forma clara qué es, por qué ocurre, en qué fechas suele aparecer, cómo afecta al deporte y qué puedes hacer para combatirla.
¿Qué es la astenia primaveral?
La palabra “astenia” viene del griego asthéneia, que significa “falta de fuerza”. En términos generales, se refiere a una sensación subjetiva de cansancio, debilidad, falta de energía o motivación que no se alivia necesariamente con el descanso.
Cuando hablamos de astenia primaveral, nos referimos a un estado pasajero de fatiga física y mental que se presenta con la llegada del buen tiempo, especialmente durante las primeras semanas de la primavera. Puede venir acompañado de somnolencia diurna, dificultad para concentrarse, irritabilidad, desánimo o incluso una ligera tristeza. Todo ello sin que haya una causa médica aparente.
¿Cuándo aparece y cuánto dura?
La astenia primaveral suele manifestarse entre finales de marzo y mediados de mayo, coincidiendo con el cambio de estación y, en muchos casos, con el cambio al horario de verano.
Su duración varía de una persona a otra, pero en la mayoría de los casos los síntomas desaparecen por sí solos en una o dos semanas, cuando el cuerpo se ha adaptado al nuevo entorno. Si los síntomas se prolongan más de lo normal o interfieren seriamente con la vida diaria, es recomendable consultar con un médico para descartar otras causas (anemia, hipotiroidismo, depresión, etc.).
¿Qué la causa?
No hay una única causa clara, pero se cree que la astenia primaveral está relacionada con varios factores ambientales y fisiológicos:
- Cambios de luz: El aumento de horas de luz solar afecta directamente a nuestros ritmos circadianos. La exposición a más luz durante el día y el cambio de hora pueden alterar la producción de melatonina (hormona del sueño) y serotonina (relacionada con el estado de ánimo), desajustando nuestro “reloj biológico”.
- Variaciones de temperatura y presión atmosférica: El cuerpo necesita tiempo para aclimatarse al paso del frío al calor, y los cambios bruscos pueden generar un estrés físico que se traduce en cansancio.
- Alergias estacionales: En primavera aumentan los niveles de polen en el aire, lo que puede provocar congestión, dificultad respiratoria y fatiga en personas alérgicas, incluso sin que lo sepan.
- Cambios en la rutina y el sueño: Dormir peor, comer diferente o tener horarios más irregulares por el cambio de estación también influye en el estado general.
- Factores psicológicos: A veces el contraste entre “lo bien que se supone que deberíamos sentirnos” con el buen tiempo y cómo nos sentimos realmente puede generar una especie de frustración que intensifica el malestar.
¿Cómo afecta la astenia primaveral al rendimiento deportivo?
Para quienes entrenan con regularidad, ya sea a nivel recreativo o competitivo, la astenia primaveral puede ser especialmente frustrante. Afecta de distintas maneras:
- Disminución de la energía: Se siente una mayor dificultad para empezar el entrenamiento, menor capacidad de esfuerzo o sensación de fatiga prematura.
- Pérdida de motivación: La desgana mental puede hacer que te cueste mantener la constancia o incluso que empieces a saltarte sesiones.
- Bajo rendimiento físico: En algunos casos, los entrenamientos se sienten más duros de lo habitual, aunque objetivamente no hayan cambiado.
- Alteración del descanso: Dormir mal o con interrupciones afecta directamente a la recuperación muscular y al sistema nervioso, lo que repercute en el rendimiento.
Es importante tener en cuenta que esta bajada de forma suele ser temporal. Escuchar al cuerpo y ajustar el ritmo puede ser más beneficioso que forzar al máximo.
¿Se puede tomar algo para combatirla?
No existe un tratamiento médico específico para la astenia primaveral, pero sí hay recursos que pueden ayudar a aliviar sus efectos. Algunos suplementos naturales y hábitos recomendados son:
- Complejos vitamínicos del grupo B: Ayudan a mejorar el metabolismo energético y a reducir la fatiga mental.
- Magnesio: Fundamental para la función muscular y la recuperación.
- Jalea real, ginseng o maca: Estimulantes naturales que algunas personas encuentran útiles para subir el nivel de energía.
- Melatonina: En casos de insomnio o sueño irregular, puede ayudar a regular los ritmos circadianos.
Consejos prácticos para sobrellevar la astenia primaveral
Además de la suplementación, estos hábitos pueden ayudarte a minimizar los efectos de la astenia primaveral:
- Mantén una rutina estable: Levántate y acuéstate a la misma hora todos los días, incluso fines de semana.
- Aprovecha la luz natural: Sal a caminar o entrena al aire libre durante las horas de sol para reajustar tu reloj interno.
- Cuida la alimentación: Come ligero pero nutritivo, incluyendo frutas y verduras de temporada, proteínas magras y grasas saludables.
- Hidrátate bien: Con el calor aumentan las pérdidas de agua y minerales. Bebe suficiente líquido a lo largo del día.
- Reduce la intensidad si es necesario: No pasa nada por bajar un poco el ritmo en tus entrenamientos durante unos días. Escucha tu cuerpo.
Evita la sobreestimulación: Reduce el consumo de cafeína, pantallas antes de dormir y situaciones de estrés innecesario.
En resumen, la astenia primaveral puede resultar molesta, especialmente si te afecta en una época en la que te gustaría rendir más, entrenar mejor o retomar tu actividad física con energía. La buena noticia es que, en la mayoría de los casos, se trata de un proceso adaptativo leve y pasajero.
Lo importante es escuchar al cuerpo, no frustrarse si los niveles de energía no están al 100%, y apoyarse en buenos hábitos que faciliten la transición. Con algo de paciencia y cuidados, lo más probable es que en unas semanas recuperes la vitalidad propia de esta estación.
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